¿Qué comen los peces de acuicultura que nos comemos?
Un nuevo reglamento europeo autoriza a que a partir del 1 de junio de este año se vuelvan a utilizar en la UE proteínas de animales terrestres no rumiantes (es decir, restos de pollos o cerdos, pero no de vacas, cabras u ovejas) en los piensos para peces de cultivo.
Esta medida, que está generando controversia en Europa (ha sido cuestionada por la ministra de Ecología de Francia Delphine Batho), busca ayudar a la creciente industria de la acuicultura, que no lo tiene fácil para alimentar a sus peces de granja.
Un indicador que ilustra muy bien el problema es el precio de la harina de pescado con el que se alimenta a los peces de cultivo, que este verano llegó a estar en 2.000 dólares la tonelada.
Esta harina es el principal ingrediente de los piensos que se da a la mayor parte del pescado de acuicultura que se compra en las pescaderías españolas (como el salmón, la lubina, la dorada, la trucha…).
Como explica Rocío Robles, directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía (una fundación en la que participan diferentes empresas de acuicultura y de piensos), esta harina se fabrica principalmente con peces capturados para consumo no humano, como la anchoveta, pero también puede elaborarse con espinas, cabezas y restos de otras especies.
“El precio de la harina puede cambiar casi cada semana porque las pesquerías están en declive y este recurso es limitado”, asegura Robles, que explica que por ello se está intentando diversificar todo lo posible los ingredientes de los piensos, introduciendo algún porcentaje de otro tipo de proteínas marinas, vegetales (soja)…
O, a partir de junio, proteínas procedentes de animales terrestres (por ejemplo, con las carcasas de los esqueletos, cuellos y otros restos de la industria avícola).
“Esto permite ampliar la disponibilidad de recursos y aliviar la presión de los precios”, detalla Robles, que afirma que el consumidor puede estar “totalmente tranquilo”.
Habrá que ver qué piensa el consumidor, pero lo que parece claro es que la alimentación constituye uno de los puntos críticos del pescado de granja. Y para ser la alternativa a la pesca, parece demasiado dependiente de la industria extractiva.
¿Cuántos kilos de pescado se necesitan para producir un kilo de pescado de cultivo? Lo cierto es que existe bastante controversia sobre estos índices de conversión (también conocidos como FIFO, fish in-fish out).
En el libro Cuatro peces. El futuro de los últimos alimentos salvajes, el periodista Paul Greenberg asegura que para producir un kilo de salmón (el pez de cultivo más vendido en el mundo) se necesitan 3 kilos de pescado salvaje y para obtener en una granja de engorde un kilo de atún nada menos que 20 kilos de pescado.
Sin embargo, la directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía remite a una página de Internet de la International Fishmeal and Fishoil Organization en la que se defiende que, en el caso del salmón, la relación es de 1,4 kilos de peces para producir un kilo de carne.
Los datos son confusos porque no siempre se utilizan las mismas medidas.
Esta equivalencia resulta más fácil de medir (y verificar) en kilos de pienso o de harinas de pescado.
Según Francisco Javier Sánchez, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, por lo general, “se necesita como mínimo el doble o más de harinas de pescado para producir un pescado de cultivo”.
Esto coincide con los datos del último informe de la Asociación Empresarial de Productores de Cultivos Marinos (Apromar) sobre la Acuicultura Marina en España 2012, que muestra que en 2011 se produjeron en el país 42.675 toneladas de pescado de acuicultura marina y que para ello se utilizaron 89.000 toneladas de pienso.
“Lo inteligente sería comer nosotros la anchoveta con la que se hace las harinas de pescado”, incide Sánchez.
No es que la producción de pescado de granja sea más ineficiente que la de los animales terrestres utilizados para carne.
Como incide el catedrático de la Universidad de Murcia, según datos de la FAO, con 100 kilos de pienso se pueden obtener 65 kilos de salmón, pero con esa misma cantidad de alimento se consigue solo 20 kilos de pollos o 12 kilos de cerdo.
“Los peces son más eficientes conversores de alimento en carne”, explica. La dificultad no está en que se trate de peces, sino en que en Europa, y España, las especies de pescado de cultivo con mayor éxito comercial son carnívoras. “Es como si en lugar de criar vacas para carne lo hiciéramos con leones o tigres”, detalla el catedrático.
“Para alimentar estos peces se requieren proteínas de gran calidad”. Aunque se está investigando para ampliar todo lo que se pueda la proporción de otros ingredientes en los piensos, parece difícil llegar a solucionar esta dependencia de otros pescados .
“A un tigre no le puedes cambiar para que sea herbívoro”, señala Sánchez.
También es verdad que la acuicultura es mucho más. A diferencia de los sistemas agropecuarios terrestres, en los que el número de animales y plantas domesticados no es tan grande, en el año 2010 se estaban criando en el mundo 538 especies diferentes de peces, moluscos, crustáceos o algas.
El entorno marino y acuático es mucho más diverso (y hay muchas otras especies sin los problemas de los peces carnívoros). Así pues, otra opción sería cambiar los gustos de los europeos para que empezasen a pedir productos diferentes en las pescaderías.
Hay peces casi herbívoros de acuicultura como la tilapia (la especie de la imagen superior) o la carpa que son ya muy habituales en los platos de otras partes del mundo. Sin embargo, como explica Sánchez, en este sector tan importante como la biología son los gustos de los consumidores.
De eso sabe bastante Rafael Ordás, un ingeniero agrónomo andaluz que desde 2012 cría tilapia en una granja piscícola de Córdoba.
“Si está funcionando tan bien en países como EEUU, por qué no aquí”, subraya este emprendedor, que explica que están consiguiendo producir un kilo de tilapia con 1,3 kilos de pienso, en este caso, principalmente de origen vegetal.
Por supuesto, el problema no es tan simple.
La directora técnica del Centro Tecnológico de Acuicultura de Andalucía advierte que el consumo masivo de piensos de origen vegetal (como la soja) podría crear también otros problemas, al competir con otro usos en la alimentación y aumentar los precios.
“Tal y como se están disparando los precios, lamateria prima es la clave”, reconoce Ordás, que también cree que “todo no es negro o blanco”.
En cualquier caso, esta es una de las grandes incógnitas por despejar de la pujante industria de la acuicultura.
En Cuatro peces. El futuro de los últimos alimentos salvajes, Greenberg busca un símil bastante llamativo para visualizar la enorme cantidad de pescado que se pesca en el planeta: “las capturas de peces salvajes en todo el mundo ascienden a más de 75.000 millones de kilos, el equivalente en peso a toda la población humana de China, un pescado que, año tras año, se filetea, se saltea, se cuece a fuego lento, se asa o se fríe”.
A pesar de las muchas advertencias sobre su excesiva explotación, esto es seis veces más de que lo que se extraía del mar hace 50 años.
Es mucho. Pero es que, a la vez, toda la acuicultura produce ya una cantidad equivalente en peso, unos 78.900 millones de kilos en 2010: otra población china. Y sigue creciendo.
Los peces carnívoros son voraces, pero los humanos mucho más.
Clemente Álvarez
(Madrid, 1973) es un periodista especializado en medio ambiente y ciencia. Colaborador de El País desde 2004, le entusiasma mezclar elementos de la ecología con reactivos de la energía y la economía, aunque la fórmula pueda resultar inflamable.
elpais.com
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